Bursitis de cadera: qué es, causas, síntomas y tratamiento

hombre mayor con bursitis de cadera

La bursitis de cadera es la inflamación de una bursa sinovial, con mayor frecuencia la situada sobre el trocánter mayor (bursitis trocantérea) y, con menor incidencia, la bursa del psoas-ilíaco (bursitis iliopsoas). Provoca dolor mecánico, sensibilidad al tacto y limitación funcional al caminar, subir escaleras o dormir de lado. Desde fisioterapia, el manejo combina control de carga, educación terapéutica, ejercicio terapéutico progresivo y, cuando procede, técnicas complementarias. Aquí encontrarás un abordaje completo y actualizado para entenderla, tratarla y prevenir recaídas.

¿Qué es la bursitis de cadera o bursitis trocantérea?

Las bursas son pequeños sacos con líquido sinovial que disminuyen la fricción entre tendones, músculos y prominencias óseas. Cuando la bursa se irrita por sobrecarga, roce repetitivo o compresión prolongada, se inflama y aparece bursitis.

  • Bursitis trocantérea. Afecta a la bursa que recubre el trocánter mayor del fémur y se relaciona con disfunción del glúteo medio/menor, tensión del tensor de la fascia lata o de la banda iliotibial y con el llamado síndrome doloroso lateral de cadera.
  • Bursitis iliopsoas. Inflamación de la bursa situada en la cara anterointerna de la cadera, debajo del tendón del psoas-ilíaco. Suele dar dolor inguinal y, a veces, sensación de chasquido (“snapping hip”).

El diagnóstico es clínico, basado en anamnesis, palpación selectiva sobre el trocánter o la región inguinal y pruebas funcionales (por ejemplo, dolor al abducir o al realizar puente lateral). La ecografía o la RM se reservan si hay dudas diagnósticas o mala evolución.

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Causas de la bursitis de cadera

Sobrecarga mecánica y gestos repetitivos

Correr cuestas, subir escaleras, caminar largas distancias o permanecer mucho tiempo de pie generan microtrauma por fricción sobre la bursa.

Debilidad de glúteos y control lumbopélvico pobre

La insuficiencia del glúteo medio aumenta la aducción y el valgo dinámico de cadera, comprimiendo la bursa contra el trocánter.

Tensión de TFL/banda iliotibial

El exceso de tono del tensor de la fascia lata incrementa la presión lateral y el roce sobre el trocánter durante la marcha o la carrera.

Discrepancia de longitud de miembros y alteraciones posturales

Una pierna más corta, hiperlordosis o escoliosis modifican la carga y favorecen la irritación bursal.

Cirugía previa o artrosis de cadera/columna

Cambios degenerativos o procedimientos protésicos pueden alterar la biomecánica y sensibilizar las bursas.

Sobrepeso y factores sistémicos

El aumento de masa corporal y enfermedades inflamatorias (p. ej., artritis reumatoide o gota) elevan el riesgo de inflamación bursal.

Síntomas de la bursitis de cadera

Dolor lateral de cadera

Dolor localizado sobre el trocánter mayor, que puede irradiar a la cara lateral del muslo. Empeora al tumbarse sobre ese lado, caminar cuesta arriba o subir escaleras.

Dolor inguinal y chasquido (iliopsoas)

En la bursitis iliopsoas, el dolor se percibe en la ingle y puede aparecer chasquido al extender la cadera tras flexión.

Hipersensibilidad a la palpación

Dolor al presionar la bursa afectada; a menudo se identifica un “punto gatillo” lateral.

Rigidez y limitación funcional

Dificultad para abducción activa, zancada larga o carreras a ritmos altos. Puede coexistir sensación de debilidad.

Dolor nocturno

Molestia al dormir de lado o al cambiar de posición, típico de la bursitis trocantérea.

Tratamiento para la bursitis de cadera

Fase 1. Control del dolor y de la carga (aguda)

  • Educación: evitar posiciones de compresión (cruzar piernas, dormir sobre el lado doloroso) y reducir actividades de alto impacto de forma temporal.
  • Crioterapia local 10–15 min en picos dolorosos y estrategias de modulación del dolor (TENS si se dispone).
  • Terapia manual enfocada a tejidos blandos (glúteo medio/menor, TFL) y movilizaciones de cadera de baja intensidad.
  • Ejercicio isométrico: abducción en pared, clamshell con mínima resistencia y puente con apoyo bilateral para activar glúteos sin irritar.

Fase 2. Recuperación de función y fuerza (subaguda)

  • Progresión de carga con ejercicios excéntricos y concéntricos de glúteo medio/menor: puente unilateral, plancha lateral con rodillas, abducción en bipedestación con banda elástica.
  • Control motor: mantener alineación lumbopélvica, evitar caída contralateral de pelvis (signo de Trendelenburg).
  • Flexibilidad específica: estiramientos suaves de psoas, TFL y cintilla iliotibial, sin dolor agudo.
  • Corrección biomecánica: trabajo de cadencia de carrera (incremento moderado), técnica de apoyo y calzado adecuado. En discrepancias de longitud, valorar alza.

Fase 3. Retorno a impacto y deporte

  • Se puede caminar con bursitis de cadera si: el dolor durante la actividad es ≤3/10, no hay cojera y no aumenta a las 24 h. Comienza en superficies planas, con pasos cortos y progresiones del 10–20% semanal.
  • Introducir subidas controladas, sentadillas parciales, step-down, trote suave y pliometría de bajo impacto cuando la fuerza y el control sean simétricos.
  • Coordinación con el médico para valorar AINEs pautados o infiltración ecoguiada si el dolor limita el avance. La infiltración puede aliviar el dolor a corto plazo, pero debe ir acompañada de programa de ejercicio para resultados duraderos.

Cómo prevenir la bursitis trocantérea

  • Fortalecimiento de glúteos (medio y menor) 2–3 veces/semana y trabajo de estabilidad lumbopélvica.
  • Progresión gradual de volumen e intensidad en correr, senderismo o gimnasio.
  • Evitar posturas mantenidas en aducción y compresión lateral (sentarse con piernas cruzadas, dormir sobre el lado doloroso; usa cojín entre rodillas).
  • Mantener flexibilidad de psoas y TFL, y realizar pausas activas si tu trabajo es sedentario.
  • Cuidar el calzado, revisar técnica de carrera y controlar factores como peso corporal.
  • En presencia de discrepancia de extremidades o alteraciones estructurales, consulta para ajuste individualizado.

Conclusiones

La bursitis de cadera —ya sea trocantérea o del iliopsoas— es un cuadro de origen mecánico-inflamatorio en el que la fricción y la compresión repetidas irritan la bursa sinovial. El diagnóstico es clínico y la fisioterapia constituye el pilar del manejo: control de carga, educación terapéutica, ejercicio progresivo de glúteos y estabilidad lumbopélvica, y medidas adyuvantes como crioterapia y terapia manual. Las infiltraciones pueden considerarse en casos persistentes, idealmente ecoguiadas y siempre integradas en un programa activo. Se puede caminar con bursitis de cadera si el dolor es bajo, no hay cojera y no empeora a las 24 horas; la progresión debe ser gradual y monitorizada. Con una estrategia bien dosificada y un plan de prevención (fuerza, movilidad específica y ergonomía), el pronóstico es habitualmente favorable y permite volver a las actividades sin dolor y con menor riesgo de recaída.

Nota clínica final. La evolución suele ser favorable con un plan de fisioterapia individualizado. La clave es combinar reducción de irritabilidad, fortalecimiento específico y educación en autocuidado para volver a caminar, entrenar y dormir sin dolor y con menor riesgo de recaída.

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